sábado, 18 de diciembre de 2004

La vida

Si, hablemos de la vida.

Parece que últimamente casi todo el mundo que me rodea (ignoro los que no me rodean) se cree con derecho a recomendarse los unos a los otros que "se busquen una vida", como si en el momento en que se lo dicen, no les consideraran más que simples fantasmas, entes abstractos sin otra cosa que hacer que estar ahí para cuando ellos necesitan alguien con quien hablar, a quien echar la culpa de algo, o simplemente molestarles. Única y exclusivamente. ¿Acaso creen que esas "presencias", a la vez deseadas y no, según la ocasión, no están vivas?¿No tienen una vida y hacen cosas al margen de ellos o del medio y tiempo en que se comuniquen? Cada uno es absolutamente libre de ocupar su tiempo como mejor le plazca, ya sea en internet, emborrachándose, en misa, en la mezquita o estudiando en sus ratos libres (seguro que hay alguno de estos también). El resto del mundo puede opinar lo que quiera en cuanto a forma de expresión, pero opino que NUNCA en cuanto a la manera en que se gasta el tiempo, pues me parece mezquino, sobre todo si se hace sin reflexionar o conocer a la persona y su trasfondo (o conocerla superficialmente, pues es lo mismo).

En resumen, que me parece que la gente debería pensar un poquito más antes de abrir la boquita para soltar perlas de este estilo.

Ale, a parla

viernes, 3 de diciembre de 2004

Expocomic

Madrid. Noviembre. Último fin de semana del mes.
Para variar, trabajo, así que no puedo ir.
Para variar, también, viene un montón de gente que me gustaría ver, y unos cuantos amigos que quiero ver, aunque sea un ratito, y que como no vengan a verme fugazmente al trabajo no podré ver ni en pintura...

Por suerte, vienen a buscarme al trabajo para comer (y algunos para cenar), los que pueden. Con mi horario se hace difícil quedar con nadie, y teniendo de día libre los lunes, aún más, así que llevo sin apenas ver a nadie fuera del horario laboral desde que entré a trabajar aquí, es decir, algo más de dos meses.

Nos vamos a comer, y aunque estoy derrengada y muerta de sueño, me siento feliz, porque no son muchas las ocasiones que tengo de verles y disfruto cada minuto de los breves espacios de tiempo en que puedo hacerlo.

Ójala hubieran podido venir todos, y ójala yo hubiera tenido más tiempo para poder disfrutar de su compañía.

A todos ellos: Mil gracias por haber venido a verme, ¡Os quiero!

jueves, 2 de diciembre de 2004

La gente no tiene puertas en su casa...

... O al menos eso parece.
Al parecer, la gente piensa que una puerta no es más que un obstáculo móvil para que entren a los locales, así que la mayoría se limita a abrirlas, apartándolas de su camino, y dejarlas donde "no estorben", es decir, abiertas; Ya sea invierno o verano, haga frío o calor, la mayoría de la gente NUNCA cerrará una puerta que se haya encontrado cerrada al entrar en un local público.

Después ya tendrán todo el tiempo del mundo cuando, en un bar (por ejemplo) se quiten los abrigos (en invierno), para quejarse de que hace frío. Y obviamente, pedirán que se suba la calefacción.
Además, si cualquier persona que trabaje en el local tiene la osadía de insinuarles que hace frío dentro porque alguien (a lo mejor ellos mismos) se han dejado la puerta abierta, dirán a la defensiva que ellos SIEMPRE cierran las puertas al entrar o salir de los locales, o que se debería poner algo para que las puertas se cerrasen solas. Es que es taaanta lata volver a cerrar una puerta, da taaanto trabajo...

Sin embargo, los trabajadores del local saben quién se deja la puerta abierta (la mayoría de las veces) y cuándo (que trabajamos en mangas de camisa, señores, que se nota, se lo aseguro).

Y a pesar de que todas las casas tienen puertas, existe la duda generalizada de que la gente sepa para qué sirven, además de para impedir el paso cuando ellos no estan dentro (o lo están, pero quieren intimidad). Parece ser que es ampliamente ignorada la cualidad aislante de las nunca bien ponderadas puertas, ventanas, persianas (cuando no de las cortinas o las alfombras) creyendo exclusivamente en sus capacidades mantenedoras de la privacidad y de sus cualidades ornamentales, así como objetos que de vez en cuando hay que limpiar (más a menudo en el caso de alfombras, cortinas y útiles por el estilo, ya que son un "cado mierda").

Así pues, desde aquí hago un llamamiento en nombre de los trabajadores de lugares públicos:

¡POR FAVOR, CIERREN LAS PUERTAS! ¡Que hace frío, cojones!