Hogueras
El otro día, la noche del 20 al 21, eran las hogueras en mi pueblo. Si, en enero, por San Sebastián. No por San Juan, como en otros sitios. No me preguntéis la razón, porque la desconozco por completo. En mi pueblo se han hecho en esa fecha de toda la vida, y la verdad es que no se porqué.
Eso me hizo ponerme melancólica y recordar las aventuras/desventuras que pasábamos de pequeños para conseguir madera y comida para hacerlas, así como un sitio. Según quiénes se juntaran, además se intentaba conseguir alcohol en cantidad suficiente, tanto para los que la montaban, como para los que vinieran de visita. Porque a partir de medianoche, te dedicabas a recorrer todas las hogueretas de todos tus conocidos, con los pies llenos de barro, que te pesaba cada uno una tonelada, la ropa toda tiznada y sucia, las manos llenas de astillas y la cara como mejor se podía.
Una noche en que toda la chiquillería (y algunos un poco más mayores) iba suelta y campaba por sus respetos y a sus anchas, lejos de la vista de cualquiera que pudiera decirles "no hagas esto", en la que, el que podía se buscaba un escampao en el monte (la mayor parte de el pelao debido al excesivo pastoreo en otros tiempos, así que no había mucho peligro) bien lejos y se montaba ahí la hoguera.
Con el tiempo empezaron a abundar los comas etilicos y las borracheras sin control, pues el resto del tiempo siempre había alguien vigilando o escaseaba la pela, así que en vez de beber por gusto o para acompañar, se limitaba la gente a beber todo lo que pudiera aprovechando la buenaventura de la abundancia de bebida en esa noche, que se había ido acumulando a lo largo de los días de rapiñas por las diversas casas. Recuerdo un caso concreto de uno que, en una de esas, y sin recordar que estaba en una montañeta, junto a una cuesta, la terminó bajando con los morros, de tal suerte que tuvieron que acabar injertándole de nuevo las dos palas dentales. Y no se ahogó con su propio vómito al tumbarse a dormirla poco antes en un asiento trasero de coche que se había traido ad hoc de una chatarrería cercana (como a muchas otras hogueras), porque Dios no lo quiso, y porque a alguien se le ocurrió darle la vuelta para que si sucedía, el vómito cayera al suelo, y no sobre su nariz.
Si, era una noche de desmadre generalizado... excepto en las hogueras de los padres.
En una de esas fue cuando conseguí una maravillosa contractura en la espalda, que aún conservo como recuerdo, haciendo el machote cargando un tronco yo solita (las otras, por aquel entonces, amigas llevaban más madera y/o comida) en el huerto del padre de una de ellas. Para un año que hacíamos hoguera nosotras, elegimos un buen sitio, en un solar, lo desbrozamos bien, hicimos sitio... y al poco vinieron unos graciosos a decirnos que ese era "su sitio", que hacían allí la hoguera todos los años (ni rastro de cenizas por ningún sitio ni restos de ningún tipo, una mentira flagrante), bla, bla, bla. Menos mal que al final alguien dijo la frase oportuna "¿Y porqué no podemos hacer los dos la hoguera aquí? Hay sitio de sobras" (la verdad es que no recuerdo quién lo dijo) y fue aceptado por unanimidad. Lo pasé muy bien ese año. Es de las pocas cosas que echo de menos de mi pueblo, junto con algunas personas y otras fechas (la Quebrantahuesos, las 36 horas de Futbol-Sala...). Y de las menos aún que recuerdo con agrado.
Enfin...