lunes, 29 de agosto de 2005

Sodomizando un teléfono móvil

Este es un relato creado por el amigo de una amiga, que he copiado de Paranoias de un Ángel Caído. Espero que os guste :D

La relación que tiene uno con su móvil es muy especial. El móvil es tuyo, es parte de ti, contiene un cacho de tu vida y, por si fuera poco, os odiáis mutuamente.
Él te odia, no hay duda, por llevarlo siempre en bolsillos estrechos, o dejarlo nadando en el sofocante interior del bolso; por golpear sus botones con tus gruesos dedos, que fueron hechos demasiado grandes para sus botones; por golpear sus costados contra toda superficie; por dejarlo mudo a tu dictatorial antojo, momento en el que clama ayuda vibrando con su cuerpecito, porque es lo único que puede hacer.

Tú lo odias a él, no hay duda, porque siempre se queda sin dinero “su crédito está a punto de agotarse your credit is about to expire”; porque lo que dura la batería no puede preverse; porque se apaga sin avisar; porque siempre que lo conectas te exige el PIN, como si no llevaseis años viéndoos lo suficiente como para reconoceros; porque él controla cuándo y cómo te llegan los mensajes.

Pero a pesar de todo, os debéis de soportar mutuamente. Para hacer la relación más llevadera, los sabios diseñadores de móviles inventaron un momento en el que, a pesar de la relación odio-odio que habéis mantenido el móvil y tú todo este tiempo, ambos tenéis el mismo objetivo. Es el momento de cargar la batería del móvil.

El móvil, que es un vicioso incorregible, siempre está dispuesto a que cargues su batería. De hecho, excepto unos diez minutos después de la última vez que lo cargas, el resto del tiempo exige que vuelvas a cargarlo, cada vez con más insistencia, amenazando con apagarse y no volverse a encender, mostrando indignado la pequeña pila de su pantalla que simboliza la carga que le queda. Y al final tú cedes a sus pretensiones, porque a pesar de todo eres su dueño, y tienes responsabilidades.

Tomas el móvil con tu mano, y miras, pervertido, miras siempre y si no, lo tocas hasta que das con él, el lugar por donde deberás conectarlo a la corriente. Para cada modelo es distinto, pero lo más habitual es que esté en la zona inferior del móvil, un agujero en la parte de abajo porque hasta los diseñadores tienen sentido del humor, aunque visto queda que es un sentido del humor ordinario y sin estilo. Y tomas con tu mano el objeto fetiche del móvil: el cable con el que lo vas a cargar. Entonces descubres otro chiste más de los ordinarios de los diseñadores, porque el cable tiene forma de palito, pinchito o, cuando el diseñador es un verdadero degenerado, palanquita aplastada. Lo introduces por el lugar adecuado, escuchando el primer chasquido de placer, un gemidito que emite tu móvil que varía desde “clic” a “tchlak” en una amplia gama de idiomas y grititos.

Evaluemos la situación. Tu móvil, en tus manos, tiene metido por su parte trasera un objeto que mide una décima parte de su tamaño. Ahora tengamos en cuenta lo que piensas hacer: conectar ese objeto que tiene tu móvil introducido por atrás a una corriente alterna. Pero a pesar de los reparos, lo haces. Y entonces el móvil comienza a excitarse, tanto que su pantallita brilla, aunque no hayas pulsado ningún botón, y los iconos de su pantalla bailan y cambian, especialmente el de la batería, que suele mostrar una flechita, como diciendo “dame más, dame más, aún no estoy cargado”. Pero no es a ti, amigo. El móvil está jugando con su juguete sexual favorito, el cargador y el móvil, el móvil y el cargador. Y ya sabes lo que dicen: “tres son multitud”. Así que no te quedes mirando cual vouyeur, y deja a tu móvil disfrutar, porque él también se lo merece.

Fin

viernes, 12 de agosto de 2005

Enseñanzas Maternas

Todo lo que siempre necesité saber, lo aprendí de mi Madre:

-Mi madre me enseñó a APRECIAR UN TRABAJO BIEN HECHO:

"Si os vais a matar, hacedlo afuera. Acabo de terminar de limpiar!"

-Mi madre me enseñó RELIGIÓN:

"Reza para que esta mancha salga de la alfombra."

-Mi madre me enseñó RAZONAMIENTO:

"Porque yo lo digo, por eso... y punto!!!!"

-Mi madre me enseñó PREVISIÓN: "Asegúrate de que llevas ropa interior limpia, por si tienes un accidente."

-Mi madre me enseñó IRONÍA:

"Tú sigue llorando, veras como te doy una razón para que llores de verdad."

-Mi madre me enseñó a ser AHORRATIVO:

"Guárdate las lágrimas para cuando yo me muera!!!"

-Mi madre me enseñó OSMOSIS:

"Cierra la boca y come!!!!!"

-Mi madre me enseñó CONTORSIONISMO:

"¡Mira la suciedad que tienes en la nuca, vuélvete!"

-Mi madre me enseñó FUERZA Y VOLUNTAD:

"Te vas a quedar sentado hasta que te comas todo."

-Mi madre me enseño METEOROLOGÍA:

"Parece que ha pasado un huracán por tu cuarto."

-Mi madre me enseñó VERACIDAD:

"¡¡Te he dicho un millón de veces que no seas exagerado!!"

-Mi madre me enseñó MODIFICACIÓN DE PATRONES DEL COMPORTAMIENTO:

"Deja de actuar como tu padre!!!!!"

-Mi madre me enseñó habilidades como VENTRILOQUIA:

"No me rezongues, cállate y contéstame: ¿por que lo hiciste?"

-Mi madre me enseñó LENGUAJE ENCRIPTADO

"No me, no me... que te, que te..."

-Mi madre me enseñó técnicas de ODONTOLOGÍA:

"Me vuelves a contestar y te estampo los dientes contra la pared!!!"

-Mi madre me enseñó GEOGRAFÍA DE ESPAÑA:

"¡Como sigáis así os voy a mandar a uno a Cádiz y al otro a La Coruña!"

-Mi madre me enseñó BIOLOGÍA:

"¡Tienes menos cerebro que un mosquito!"

-Mi madre me enseñó LÓGICA:

"Mamá, ¿qué hay de comer?" "¡COMIDA!"

-Mi madre me enseñó RECTITUD:

"Te voy a enderezar de un tortazo!!!"

¡GRACIAS MAMA!!....

jueves, 11 de agosto de 2005

¡Guardias!¿Guardias? - Terry Pratchett

Aquí es a donde fueron a parar los dragones.
Aquí yacen...
No están muertos, no están dormidos. No aguardan, porque el hecho de aguardar implica una cierta expectación. Posiblemente la palabra más adecuada sea...
... latentes.
Y aunque el espacio que ocupan no es como el espacio normal, están muy apretados. No hay ni un centímetro cúbico que no esté ocupado por una garra, una zarpa, una escama o la punta de una cola, de manera que la sensación que da es como en esos dibujos engañosos, hasta que por fín los ojos comprenden que el espacio que hay entre dragones es, de hecho, otro dragón.
Podrían recordar a una lata de sardinas, si uno imaginara sardinas enormes, con garras, orgullosas y arrogantes.
Y probablemente, en algún lugar, estará la llave.
[...]
Aquí es donde fueron a parar los dragones.
Aquí yacen...
No están muertos, no están dormidos. No aguardan, porque el hecho de aguardar implica una cierta expectación. Posiblemente la palabra más adecuada aquí sea...
... furiosos.
El dragón recordaa la sensación del aire verdadero bajo sus alas, y el intenso placer de las llamas. Había habido cielos limpios sobre él, y un mundo interesante abajo, lleno de extrañas criaturas que corrían. La existencia había tenido una textura diferente. Una textura mejor.
Y, justo cuando estaba empezando a disfrutarla, lo habían dominado, le habían impedido lanzar llamas y le habían dado un cachete, como a algún mamífero canino cubierto de pelo.
Le habían quitado el mundo.
En las sinapsis reptilianas de la mente del dragón latía la idea de que, quizá, podía recuperar aquel mundo. Lo habían invocado, y luego lo habían expulsado con desdén. Pero quizá quedara un rastro, un olor, un sendero para volver a aquellos cielos.
Quizá hubiera un camino de pensamiento...
Recordó uqe había una mente. Una voz patéticamente dominante, convencida de su insignificante importncia, una mente muy semejante a la del dragón, aólo que a una escala muy pequeña.
Ajá. Así.
Extendió las alas.
[...]
¿Quién lo habría imaginado? Tanto poder, y tan al alcance de la mano. El dragón sentía cómo la magia fluía hacia él, lo renovaba por momentos, desafiando todas las leyes físicas. Aquello no era el escaso sustento que le habían proporcionado hasta entonces. Aquello era comida de verdad. Con un poder semejante, no había límite para lo que podía hacer.
Pero, para empezar, tenía que presentar sus respetos a ciertas personas...
Olfateó el aire del amanecer. Estaa buscando el hedor de unas mentes.
Los dragones nobles no tienen amigos. Lo más parecido es un enemigo que todavía sigue vivo.

martes, 9 de agosto de 2005

Acontecimientos

Ignoro si aún hay gente que le interese mi vida, pero como voy a andar una temporada desaparecida del mapa, os cuento un poco por encima cosas que me han pasado desde el último post.

Bueno, al final no pude compaginar el curro en los grandes almacenes con la partyline, pero sí con el hotel.
El problema eran los horarios. Si yo entraba al curro a las 8 de la mañana una semana de cada dos, y me cambiaban el turno en la partyline por el de 23 a 4, era una semana de cada dos que me tendría que quedar a dormir todas las noches en la oficina... perspectiva nada halagüeña y que no me apetecía en absoluto. Así que mi relación laboral con la partyline tuvo que terminar. (Sin embargo, tengo una recopilación de genialidades de frases de saludo que decía la gente, y mensajes que mandaba la gente por privados, que en algún momento colgaré en algún sitio. Resulta que al final una partyline no es TAN distinta de un chat cualquiera...).

Lo de compaginar horarios con lo de la recepción del hotel no fue tán difícil de hacer al final. Al final encontraron a alguien que hiciera los sábados por la noche, y ahora yo hago los domingos por la tarde... excepto los domingos que me toca trabajar en el Corte Inglés. Y la verdad es que ese dinero me viene de cine.

La última semana que estuve currando en la partyline, fue agotadora. Incluso, el último día, que me había comprometido a hacer horas extras hasta las 3 de la mañana, entraba a trabajar en los grandes almacenes a las 7:45, y tuve que quedarme a dormir en la oficina, sobre unas sillas, con lo que ese día lo pasé divertidísimo en la charcutería, con la espalda toda rígida, lo cual me terminó de convencer de que era imposible compatibilizar la partyline en horario de noche con los grandes almacenes. Bueno, por lo menos tendré tiempo de vivir un poquito, no como en el museo del jamón, que, vale, si, cobraba como poco el doble, pero eso no era vida ni era nada (porcierto, entre unos y otros han conseguido que me salieran varices, vaya puta mierda de todo... como si no tuviera bastante con las estrías).

Enfin...

La pregunta que más me han hecho últimamente es "¿Qué tal en los grandes almacenes?", así que voy a intentar responder aquí a ese "qué tal" pues me veo incapaz de responderlo con un simple "bien" o "mal".
- Sueldo. Bajo en comparación horas-sueldo, hasta cobraba más en el museo del jamón (y ahí podía negociar el sueldo con los jefes directamente e incluso las condiciones). Pero no me fuí del museo del jamón por el sueldo, sino por las horas, y aquí hago unas 7 horas diarias, todas seguidas, así que por ese lado está de puta madre, ya que es lo que buscaba, poco más o menos. Que no me quejaría si cobrara un poco más, pero por ese lado bueno, tampoco me voy a quejar.
- Limpieza: Acostumbrada a, en los otros sitios en que he estado trabajando de charcutera, había una media de clientes que te dejaba "tiempo libre" para ponerte a limpiar. De hecho era una de nuestras obligaciones. Además, prefiero un entorno de trabajo limpio, se trabaja mejor. Los grandes almacenes no están sucios. No realmente. Sin embargo hay pequeños detalles que...
Contínuamente hay gente entrando a comprar, así que estamos contínuamente despachando, desde que se abren los grandes almacenes hasta que se cierran, e incluso un rato después. Después de echar el cierre, se supone que vienen las de la limpieza y limpian el suelo y retiran las bolsas de basura. Nosotros, los charcuteros, limpiamos las máquinas, y vamos limpiando los cristales del mostrador, y, de vez en cuando, el mostrador propiamente dicho. Pero ciertamente, me gustaría que alguien limpiara de vez en cuando las tablas de cortar, las paredes y el resto de cosas. Así como me gustaría que trajeran cuchillos que cortaran de verdad, en vez de esos cuchillos de juguete con los que no se puede cortar jamón en condiciones ni de casualidad (y luego alardean de atención a los clientes. Ahorran en el afilado de los cuchillos que a la hora de complacer a los clientes en la forma de cortar el jamón es FUNDAMENTAL, pues sino no hay manera de cortar el jamón más curado (ni el más tierno, ya puestos) pues los cuchillos son de calidad ínfima y están pésimamemnte afilados).
Pero bueno, como oí decir a un compañero el otro día, nosotros estamos exclusivamente para atender al cliente y limpiar no es tarea nuestra, más que las cortadoras de fiambre y lo justo para poder trabajar bien, ya que para la limpieza hay contratado otro personal. Nuestra tarea es exclusivamente atender al cliente y tener el mostrador siempre bien ordenado y aprovisionado. Así que bueno, una responsabilidad menos.
- Atención al Cliente. Estoy acostumbrada a que el cliente sea lo primero. En todas (TODAS) las empresas en que he trabajado, en cualquier ramo, el cliente era lo PRIMERO. Pero una cosa es que el cliente sea lo primero, su satisfacción lo más importante, y otra cosa es dejar al empleado total y completamente desprotegido frente a CUALQUIER reclamación del cliente, por más estúpida que sea. Por una sencilla razón. A pesar de que hay gente que es un encanto y comprende que cualquiera puede tener un fallo, o tener un mal día y no tener ganas de sonreir los 60 minutos de una hora durante todo el rato que está detrás del mostrador, también hay gente de lo más hijodeputa que ha parido madre y ponerte una queja que te puede mandar a la calle sólo porque no le has sonreido o porque te has pasado 15 gramos en lo que él te había pedido (y seamos serios, acertar en 150 o 250 gramos al cortar un queso es más bien difícil, aunque a veces por pura suerte caigan esos gramos exactos, a los que te vas aproximando cuanta más experiencia tienes, pero es casi imposible ponerlos exactos a no ser que en ese momento tengas MUCHA suerte).

Bueno, ya seguiré otro día, que ahora no me apetece seguir.

Edit:

En general es bastante tranquilo, despachar despachar y despachar, nada más.
Además, acaban de darme vacaciones, hoy ya no he ido a trabajar, y tengo vacaciones todavía toda la semana que viene, y por lo que me ha dicho el encargado de mi departamente, aún me quedan días, más los domingos que trabaje, que se me acumulan como días libres a disfrutar, así que si además ahorro un poquito, ya estoy pensando en cogerme esos dias para noviembre, a ver si puedo asistir al Salón del Manga y quedarme todo el finde, que tengo unas ganas de ir algún año sin prisas...

martes, 2 de agosto de 2005

La Reina de la Hechicería - David Eddings

Cuando se fueron, Garion se sintió aliviado. El esfuerzo por mantener la expresión de rencor contra tía Pol ya empezaba a cansarlo. Se encontraba en una posición difícil; el horror y la repulsión que había sentido hacia sí mismo tras incendiar el cuerpo de Chamdar en el bosque de las Dríadas le resultaban insoportables. Temía que llegara la noche, pues sus sueños eran siempre los mismos: una y otra vez veía a chamdar, con la cara chamuscada, repitiendo "Maestro, ten piedad", y, una y otra vez, veía aquella horrible llama azul que había brotado de su mano como respuesta a las súplicas. El odio que había arrastrado desde Val Alorn había ardido en esa llama, y su venganza había sido tan brutal que no había forma de eludirla o negar su responsabilidad en ella. El ataque de ira de aquella mañana iba dirigido más contra sí mismo que contra tía Pol; la había llamado monstruo, pero a quien odiaba de verdad era al monstruo que habitaba en su interior. No podía borrar de su mente el espantoso catálogo de sufrimientos que ella había soportado por él durante innumerables años ni la pasión con que había hablado, fiel reflejo del dolor que le habían ausado sus palabras. Estaba avergonzado; tanto, que ni siquiera se atrevía a mirar a sus amigos a la cara. Se sentó lejos de los demás con la vista fija en el vacío mientras las palabras de tía Pol resonaban una y otra vez en su memoria.

La Reina de la Hechicería - David Eddings

Eso ya era el colmo. Que aquella princesita malcriada y caprichosa lo llamara a él niño mimado, era más de lo que Garion estaba dispuesto a tolerar...
Enfurecido, comenzó a gritarle. Casi todo lo que le decía era incoherente, pero después de hacerlo se sintió mucho mejor. comenzaron a prodigarse mutuas acusaciones y la discusión pronto degeneró en insultos. Ce'Nedra chillaba como una pescadera de Camaar y la voz de Garion se rompía y oscilaba entre el barítono de un adulto y el tenor de un niño. Se hacían gestos con las manos y gritaab, Ce'Nedra daba golpes con los pies y Garion agitaba los brazos. Fue una espléndida pelea y, cuano acabó, Garion se sintió aliviado. Gritar insultos a Ce'Nedra era una diversión inocente en comparación con las cosas terribles que le había dicho a tía Pol aquella misma mañana y le permitía expresar su confusión y su rabia de un modo inofensivo.
Al final, como era de esperar, Ce'Nedra recurrió a las lágrimas, se largó y dejó solo a Garion, que se sentía más tonto que avergonzado. Al joven el enfado le duró un rato más y masculló varios insultos que no había tenido oportunidad de decirle, pero luego suspiró y se apoyó pensativo en la baranda a ver caer la noche sobre la ciudad húmeda.
Aunque no estaba dispuesto a admitirlo ni siquiera ante sí mismo, le estaba agradecido a la princesa, pues aquella incursión en el absurdo le había aclarado las ideas. Ahora veía con claridad que le debía una disculpa a tía Pol, que la había atacado para superar su propio resentimiento de culpa e intentar endilgárselo a ella. Era evidente que no podría eludir su responsabilidad, y, una vez que aceptó este hecho, comenzó a sentirse mejor.