miércoles, 30 de noviembre de 2005

El Número de la Bestia - Robert A. Heinlein

- No tenemos tiempo para perder ni en gigantes ni en liliputienses. Ninguno de ellos dispondrá de tocologos capaces de cuidar de vosotras dos. "Liosa", prepárate para llevarnos a cien mil unidades. Luego para una rotación. ¿Tiene alguien alguna teoría acerca de lo que nos está pasando? ¿Además de la sospecha de "Liosa" de que estamos muertos y no lo sabemos?
- Tengo otra teoría, Zebbie.
- Adelante, "Liosa".
- No te rías..., porque fuiste tú quien me dijo que tú y Jacob discutisteis acerca de ello, la idea de que el pensamiento humano existe como cuantos. No sé distinguir los cuantos de la líneas aéreas Qantas, pero sé que un cuanto es una unidad indivisible. Me dijiste que tú y Jacob discutísteis la posibilidad de que la imaginación tuviera su propio tipo de unidades indivisibles de cuantos... Tú las llamaste "fictones"... ¿O eran fictas? De todos modos, la idea era que cualquier historia alguna vez contada..., o que será contada algún día, si esto significa alguna diferencia..., existe en algún lugar en el Número de la Bestia.
- ¡Pero Hilda, mi amor, eso era tan sólo una especulación abstracta!
- Jacob, tus colegas consideran este coche como una "especulación abstracta". ¿Vas a decirme que el cuerpo humano es tan sólo un conjunto de ecuaciones complejas de formas ondulantes? Por eso te mordí... No me importa ser una forma ondulante, las ondulaciones son hermosas; te mordí por utilizar el adverbio "tan sólo".
- Zebadiah, hay una ciudad a la izquierda. ¿Vale la pena echarle una mirada antes de irnos?
- Capitana, tú debes decidir eso. Viste el pánico que causamos en ese barco. Imagínate a ti misma con catorce centímetros de algura y viviendo en esa ciudad. De repente aparece un gran monstruo aéreo y planea hacia ti. ¿Qué ocurrirá? ¿Cuántas pequeñas personitas se desmayarán? ¿Cuántas morirán de un ataque al corazón? ¿A cuántas estás dispuesta a matar para satisfacer tu curiosidad? Para esa gente nosotros somos monstruos peores que las sabandijas.
- ¡Oh, querido! ¡Tienes razón, Zebadiah..., desgraciadamente! Vámonos de aquí.
- Copiloto, prepara tránsito vertical hasta cien mil unidades de altura.
- Transición, eje 'H', positiva, palanca punto cinco... ¡Preparada!
- Ejecuta. -Proseguí-: Capitana, me gustaría permanecer aquí por un rato.
- Muy bien, Zebadiah.
- "Liosa", déjanos oír tu teoría. Capitana, estoy asustado por demasiadas escapadas por los pelos. Sabemos cómo trasladarnos de un análogo de la Tierra al siguiente; lo único que necesitamos es disponer de mucho espacio. Pero estas rotaciones hacen que se me ponga el pelo blanco. Las leyes del azar están a punto de atraparnos.
- Zebbie, no creo que las leyes del azar tengan nada que ver con esto. No creo que hayamos corrido ningún peligro en ninguna rotación.
- ¿De veras? "Liosa", voy a cambiar tareas contigo tan pronto como obtenga el permiso de la capitana.
- ¡No, no! Yo...
- ¡Gallina!
- Zebbie, tus corazonadas son una de las razones por las que digo que las leyes del azar no tienen significancia aquí.
- "Liosa", las leyes estadísticas son las más firmemente establecidas de todas las leyes naturales.
- ¿Se aplican en el País de Oz? -Preguntó Deety.
- Esto... Maldita sea si lo sé. Touché!
- Zeb, Hilda no se ha expresado como quería; sin embargo, estoy de acuerdo con ella. Llamar a las ecuaciones utilizadas en estadística "leyes de la naturaleza" es una incorrección. Esas ecuaciones miden el grado de nuestra ignorancia. Cuando lanzo al aire una moneda y digo que las posibilidades de que salga cara o cruz son de un cincuenta por ciento, estoy símplemente declarando mi ignorancia total del resultado. Si yo supiera todas las condiciones, el resultado podría estar sujeto a un cálculo por anticipado. Pero hemos experimentado dos universos que poseen leyes físicas completamente distintas a las de nuestro universo natal.
- Tres, Jacob. Liliput hace el número tres.
- No te sigo, querida.
- La ley del cubo al cuadrado que pasa por toda la biología no se aplica aquí. Un cerebro humano no puede ser colocado en un espacio del tamaño de un dedal bajo nuestras leyes biofísicas. Pero estamos alejándonos de la toría que Zebbie deseaba que explicara. ¿Sigo?
- Sí -ordenó Deety-. Todo el mundo callado menos tía Hilda. Yo echo la cremallera a mis propios labios. Montañesa..., prosigue.
- De acuerdo. No es por casualidad que esos tres sean universos: Dentro-Fuera, el País de Oz, y Liliput, en... menos de veinticuatro horas, ¿no es así, Deety?
- Menos de veintiuna, tía Hilda.
- Gracias, amor. No es por casualidad que esos tres sean universos "de ficción"... Tengo que llamarlos así a flata de una palabra mejor... Y de nuevo no tengo otra palabra mejor que "casualidad"..., que nosostros cuatro seamos aficionados a las historias fantásticas. Fantasía. Cuentos de hadas. A todos nos gusta el mismo tipo de relatos. ¿A cuántos de nosotros nos gustan las historias de detectives?
- Algunas..., no todas -dijo Deety.
- Mi única lealtad se centra en Sherlock Holmes -dije yo.
- Una pérdida de tiempo -dijo Jake.
- Me gustaría intentar un experimento -prosiguió Hilda-. Poned por escrito las doce historias que más os hayan gustado. O grupos de historias relacionadas entre sí: los libros de Oz podrían contar como una, al igual que la serie de Marte de Edgar Rice Burroughs, y también los cuatro viajes de los Viajes de Gulliver. Historias que leeríais de nuevo por el simple placer de hacerlo cuando os sintierais demasiado cansados para iniciar un nuevo libro.
- "Liosa", ¿es hacer trampa preguntarte qué piensas hacer con eso?
- No, Zebbie. Si mi teoría es cierta, la próxima vez que efectuemos una rotación y nos descubramos cerca de un planeta, resultará ser el escenario de una historia o grupo de historias que aprezca en las cuatro listas. Llegaremos lo suficientemente altos como para que Jacob tenga todo el tiempo necesario par hacerse con el control y nivelarse, pero lo suficientemente cerca como para que podamos aterrizar. Pero nunca rotaremos al interior de una masa o lo bastante cerca de un peligro que no podamos dominar. Esto no es casualidad; no hemos estado enfrentándonos al azar. El País de Oz me sorprendió. Liliput no me sorprendió en absoluto; lo esperaba. O al menos esperaba un lugar que todos nosotros conocíamos ya a través de las historias.
- ¿Y qué hay de esos universos vacíos? -pregunté.
- Quizá sean lugares referidos a historias que aún deben ser escritas, o quizá historias que ya han sido contadas pero que no son favoritas de los cuatro, de modo que no emergimos cerca de sus escenarios. Pero eso son suposiciones. En lo que a mi teoría se refiere, tales universos son "nulos"..., no cuentan, ni de una forma ni de otra. Nosotros hallamos nuestros universos.
- "Liosa", acabas de inventar el solipsismo panteísta multipersonal. No creo que sea matemáticamente posible.
- Gracias, Jacob. Zebbie, "solipsismo" es una palabra evasiva. Estoy diciendo que hemos tropezado accidentalmente con "La puerta en la pared", esa puerta oculta que conduce al Pais de los Deseos del Corazón. No sé cómo, y no me siento inclinada a fantasiosas racionalizaciones. Veo el esquema, no pretendo explicarlo. Símplemente está ahí.
- ¿Cómo encaja ese mundo hueco en tu teoría?
- Bueno, Deety lo llamó Pellucidar...
- ¡Lo era!
- ... pero yo he leído docenas de historias acerca de mundos bajo tierra; apostaría a que todos nosotros las hemos leído. Julio Verne, S. Fowler Wright, H. G. Wells, C. L. Moore, Lovecraft... todos los grandes maestros de la fantasía han abordado el tema. Por favor, ¿podemos dejar de hablar? Me gustaría tener vuestras cuatro listas antes de que efectuemos la siguiente rotación.
Jake cambió la orientación, de tal modo que el planeta Liliput estaba ahora directamente frente a nosotros, y dijo a Gay que se mantuviera así. El planeta parecía muy pequeño, como si se hallara a un millón de kilómetros de distancia..., cosa muy razonable, decidí, y escribí: La serie de los Dorsai.
Finalmente, Deety anunció:
- He terminado, tía montañesa.
Poco después, su padre tendió a "Liosa" su lista.
-No cuentes eso que luego he tachado, querida... He tenido problemas en atenerme a la cifra.
- Veinte es una cantidad arbitraria, Jacob. Puedes dejar los demás.
- No, querida, los cuatro que he eliminado no importan tanto para mí como los veinte que he dejado.
Después de mordisquear un poco la punta de mi lápiz, anuncié:
- <>, me he encallado en los diecisiete. Tengo una docena más horneándose en mi mente, pero me cuesta elegir.
- Diecisiete servirán, Zebbie..., si son tus favoritas.
- Lo son.
Hilda aceptó mi lista, le echó una ojeada.
- Un psicoanalista se lo pasaría bomba con eso.
- ¡Hey, espera un poco! "Liosa", si vas a dejar que un arreglacocos vea esas listas, quiero queme devuelvas la mía.
- Zebbie querido, a tí nunca te haría eso. -Añadió-: Necesito algunos minutos para unir esto.
Miré a Liliput.
- No. He puesto un "uno" tras las relacionadas en mi lista. He comprobado la lista de Deety con la mía y señalado con un "dos" aquellas en las que hemos coincidido, y he añadido las otras a continuación de mi lista, con un voto inscrito tras cada una de ellas, las que ella ha elegido pero yo no. Ahora esoty haciendo lo mismo con la lista de Jacob, poniendo treses y doses y unos. Luego haré lo mismo con la lista de Zebbie, y como resultado tendremos una lista con cuatro votos, unanimidad, y una lista con tres, y otra con dos, y finalmente otra con uno.
<> se ajetreó durante unos minutos, luego tomó una hoja en blanco, hizo una lista, la dobló.
- Esta lista debería ser metida en un sobre, y este sobre cerrado luego para establecer mi reputación como adivina. Zebbie, aquí hay listados nuevos universos llamados de ficción. Cualquier aproximación que efectuemos por rotación debería parecerse a uno de ellos.
- ¿Incluyes Pellucidar? -pregunté.
- Pellucidar obtuvo sólo dos votos. Insisto en mi teoría de que el mundo dentro-fuera es un compuesto de fantasías subterráneas. Pero nuestro voto identificó ese tercer universo..., las luces cegadoras, el que tanto te procupó con las radiaciones.
- ¡El infierno quieres decir!
- Creo que lo era. Cuatro votos para el Anochecer del doctor Isaac Asimov. Esperaba que su serie de la Fundación se llevara la palma, pero ha obtenido tan sólo tres votos. Una lástima, porque su planeta biblioteca hubiera podido ser capaz de decirnos dónde están esas sabandijas, de dónde vienen..., y cómo golpearles.
- Es culpa mía, tía montañesa. Pa me dijo que debía leer la serie de la Fundación..., pero yo nunca lo hice.
- "Liosa" -dije-, podemos depositarte en Nueva York en cinco minutos. El buen doctor lleva años allí... Ahora escribe menos de un millón de palabras al año, pero aún le siguen gustando las chicas guapas. Debe saberlo todo acerca de la biblioteca galáctica; él la inventó. Así que telefoneémosle. Mejor aún, siéntate en sus rodillas. Llora si es necesario.
- Zebbie, si hay algún lugar que esté segura que está infestado de "tipos de negro", ¡ése es la ciudad de Nueva York! ¡Si quieres, tú siéntate en sus rodillas!
- Yo no. Si supiéramos cómo despiojar a nuestro planeta natal, buscaría la forma de difundir la noticia por todo el mundo. Pero soy el número uno en su lista de ejecuciones.
- No, Jacob es el número uno.
- No, "Liosa". Jake y Deety están muertos, tú has sido secuestrada, y yo estoy señalado como "a exterminar a la primera ocasión que se presente". Pero me arriesgaré a posarme en el río Hudson en aterrizaje vertical el tiempo suficiente para que tú visites al buen doctor. Tu esposo puede escoltarte; yo me quedaré escondido en el cuarto de baño. Imaginaré que estoy realmente en Oz y por lo tanto seguro.
- ¡Vete a poner un huevo!
- "Liosa" querida, ninguno de nosotros irá a Tierra-cero. Dale esa lista a Deety; no va a mirar. Capitana, ¿rotamos? El oficial científico me ha medio convencido de que debemos seguir adelante con eso; hagámoslo antes de que pierda mis nervios. Cuarto y último universo del segundo grupo, ¿no? -pregunté a "Liosa".
- Sí, Zebbie.
- ¡Cualquiera que sea tan gallina como yo, que lo diga! ¡Si no hay nadie que quiera salirse de esto, entonces... Ejecuta!

1 comentario:

voynich! dijo...

que grande Heinlein. Este libro particularmente me fascinó. Un saludo!