sábado, 29 de julio de 2006

¿Porqué las chicas nunca van solas al baño?

Situémonos:

Viernes/sábado por la noche, cinco de la mañana, bareto inmundo lleno de gente hasta la bola.

Siete cubatas en el botellón, más los que han caído entre unos garitos y otros de los que es imposible llevar la cuenta.

De pronto sientes que es imposible aguantar un solo momento más, a pesar de que lo has estado intentando duramente durante toda la noche (todas sabemos que una vez que vas al baño, ya no puedes parar en toda la noche) y no hay ninguna amiga que te acompañe al servicio, así que no tienes más remedio que ir tú sola.

Después de media hora de cola, en la que se te ha pasado mil veces por la cabeza la idea de salir a la calle y dejar un regalito detrás de algún coche, a pesar de que fuera no pasa de los cero grados centígrados (no es un plato de gusto bajarse los pantalones y dejar el trasero al aire) consigues llegar a la puerta del baño, y ves que todo esta inundado.

Alguien ha dejado un regalito dentro del retrete, la cisterna no funciona, no hay papel... es lo más antihigiénico que has visto nunca, pero tú tienes que orinar si no quieres exponerte al peligro de explotar.

Te arremangas los pantalones a la altura de la rodilla, te bajas los mismos, acompañados de las bragas, te inclinas para mear, siempre evitando acercarte demasiado al inodoro (¿mear sentadas?... que os lo creéis vosotros), sujetas la puerta con el pie (porque está claro que la puerta está rota y no cierra), con una mano te sujetas los pantalones por abajo, y con la otra por arriba, porque estás casi tan de pie que es imposible que no te mees en ellos si no los sujetas.

Hay dos tías llamando a la puerta porque tardas demasiado, la puerta está demasiado lejos del inodoro como para que sujetarla con el pie sea fácil, lo intentas con la cabeza, pero no es mucho mejor el remedio, ya no sabes si mear o cagarte en el dueño del bar.

Tienes que buscar el pañuelo dentro del bolso, pero ya no tienes manos. Dudas entre cuál de las dos soltar, y, además, los cubatas que llevas encima te impiden mantenerte derecha, y no hay más remedio que dejar la puerta suelta...

Las de fuera la abren, y te pillan a ti en posición extraña, la cabeza hacia adelante, una mano en el bolso, la otra sujetando los pantalones por arriba y por abajo a la vez, el codo en la pared para mantener el equilibrio, las lágrimas que se te saltan porque llevas diez minutos meando y aquello no parece que vaya a parar, y, encima, tienes que sonreír y decir que ya acabas...

Así que es mejor siempre llevar a alguien que te acompañe en la cola, te sujete la puerta y además que vigile que vuelves al punto del que saliste (no seré yo la única que se ha perdido en un bar despues de ir al servicio, ¿no?).

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