El Tiempo también viaja...
A veces, cuando viajo, paso por delante de algún campo de trigo, o avena, o alfalces. Salpicados de verde, salpicados de rojo, o, incluso, salpicados de amarillo... Preciosos, los miro con los ojos de cuando era niña y se sorprendían de lo bonito que quedaba un grupo de amapolas en medio de un campo de trigo... O se preguntaba cómo harían para apilar los alfalces para la comida de las vacas en invierno, porque la segadora sólo la usaban para el trigo y la avena ¿no, mamá?
Y recuerdo lo divertido que era jugar en el campo de trigo que había detrás de casa, en el campo zara, a esconderse unos de otros, sin darnos cuenta de lo fácil que era seguirnos el rastro por lo destrozados que habíamos dejado los tallos.
Y recuerdo lo asombroso de ese escarabajo marrón, pero que parecía blanco, por la cantidad de manchas blancas que tenía en el caparazón, y lo enorme que nos parecía.
Y recuerdo las batallas de garimbastas que hacíamos, con las garimbastas de los tres pobres garimbasteros (ahora sólo dos, o quizás sólo uno) que había allí.
Y recuerdo la paz que se sentía al caminar entre los árboles y los matorrales, descubriendo los senderos de supuestos animales, llegando tan lejos que descubría plantas que no crecían más cerca de casa y la ilusión de encontrarlas (¡o no!) en los libros que tenía mi padre o que, más tarde, me iba comprando yo.
Y recuerdo cuando la Cosecha le importó al Segador. Y no sólo al Segador.
Y recuerdo cuando le prestaron Tiempo, porque no sólo al Segador le importaba la Cosecha.
Y recuerdo cuando pagó su deuda, porque siempre la paga.
Y se me llenan los ojos de lágrimas de la emoción de pensar que vivo en un mundo en el que los dragones aún pueden estar en algún sitio, apilados como sardinas, y el espacio entre un dragón y otro es, de hecho, otro dragón.
3 comentarios:
Prattchett es Diox :D Adoro ese libro.
Un gran texto. Me encanta el final.
Muchas gracias *^_^*
Y si, Prattchet es magnífico ^^
Publicar un comentario